Somos todo y nada



Preguntar en silencio una y otra vez, cuando llegará el día de mis vacaciones, querer saber si mañana va a llover o saldrá el sol para tender, intentar imaginar la cara de tus hijos, si es que los llego a tener. Planear el camino a seguir no es divertido, ni siquiera es útil porque probablemente, no acierte en nada de lo pensado...

De repente una aburrida mañana de lluvia se convierte en el reloj que para el tiempo y lo único que deja correr es el agua por las calles, por tu espalda. Los colores toman sentido, las palabras vuelan en el viento que mueve mi cabello, y la realidad es el aquí y ahora, como siempre ha sido...pero cada vez más intenso.

Nada alrededor es lo que parece, ni siquiera tú o yo...pero hoy mi alma siente más intenso cada instante, escucha cada latir y vuela al son que marca el momento, deja de caminar y traspasa fronteras hasta morir extasiada en lo más alto de aquella montaña que sin querer construye y derriba, una y otra vez...

El camino a seguir se reduce a cada paso. Cada pisada es el todo y la nada, formada por millones de átomos al igual que la arena del camino, el agua de aquella playa perdida donde viajo casi cada noche, aquel horizonte casi infinito que se divisa desde lo más alto de una colina verde...

Todo y nada somos, todo y nada compartimos, y aunque las huellas del camino se esfumen con el viento, nuestros átomos viajarán juntos hacia los sueños infinitos por mucho tiempo, hacia la senda no casual e imborrable que el destino nos marca a cada uno... que nos acerca o aleja a su antojo.



(Y siempre)
Besos,

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