Puedes caminar por la misma avenida cada día, cruzarte con las mismas personas, pisar las baldosas solo del mismo color y comprar el pan en la tienda de la esquina, unos días si, otros no. Puede que tu vecino, aquel viejito entrañable que pasa las horas en la puerta de su casa, tan vieja como él, conozca la vida de la vecina soltera de enfrente, de la familia del bloque de la esquina, y alguna que otra más.

Viajas cada mes, o cada año, o solo viajas en sueños...pero alguna vez en la vida, saltaremos del camino de la rutina, tan odiada a veces como añorada, y pisaremos por la senda de lo desconocido. Entonces tu paladar saboreará el placer del detalle, la piel se erizará y el alma volará casi a la misma velocidad que la imaginación, y la avenida por la que caminas siempre se convertirá en una trama de callejuelas en las que perderse, el suelo se volverá un arco iris y las nubes el camino del ensueño que habita la mente en tal recorrido...

Y de repente encuentras que el mundo es un mapa infinito en el que dibujar la senda, que cada continente tiene cientos de países con millones de ciudades, con infinitos callejones donde ver reflejado el pequeño rayo de sol en el cristal de la casa de un hombre que desde su puerta observa la ventana de su vecina; calles llenas de pisadas, de piedras con formas de corazón coloreadas por aquel que jamás cruzaste en tu camino, pero que casualmente conoce a la chica que unos días si, otros no, te vendió el pan en la tienda de la esquina.

Cada día de nuestra rutina trae pequeñas sorpresas que van haciendo cada vez más grande el camino que recorrer. Así que camina, sueña y viaja...recorre cada esquina, cada callejuela, busca el corazón en el camino y sonríe a cada persona que se cruce en él, quizás mañana encuentre el mismo amor en las piedras de tu senda, o aprenda a viajar por el mundo sin dejar de pisar cada día la misma avenida.




Besos,

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